Fue en los quinchos otra vez. ¿Dónde iba a ser, si no? Sólo que ahora fue más leve que la trenzada de febrero del 2007, cuando las dos facciones, se dieron duro y parejo. Todavía estaba vivo Gonzalo Acro, trabajando de bañero con 5 mil pesos mensuales de sueldo. Da la casualidad que por estos días deciden los juicios a los hermanitos Schlenker por el tema del homicidio, la emboscada nocturna a la salida del gimnasio.
La tremolina se armó el 25 de agosto pasado, a eso de las 20, cuando un grupo de socios jóvenes, sindicados como opositores a la gestión de Daniel Pasarella, fueron insultados por otro sector oficialista, y en el colmo de la originalidad se puede decir que de la palabra pasaron a los hechos, cuando el vocal Marcelo Fattori esgrimió un Tramontina típico de los asados, entró a tirar puñaladas una tras otra, como cachetadas de loco, y le pegó dos puntazos no muy profundos a José Serio, en el abdomen y el brazo, al que se lo ve en la foto de abajo, lo más orondo, antes de ser pinchado como un chinchulín por el ofuscado correligionario.
Los ánimos se calmaron, intervino la 51ª y la CD, con la firma de El Kaiser, sacó un comunicado diciendo lo de siempre. Ah, por supuesto, nada de barras bravas. Esto fue un quilombo entre gente seria, como uno, que perdió los estribos por el trauma de estar en la B. Se le dio intervención al juzgado de turno y después se fueron a putear todos juntos porque otro juez no le dio lugar al pedido de levantamiento de la suspensión del estadio y hoy juegan en Huracán, cosa de irse ambientando de a poquito, y sin público.