A LA CHACAN, POR FANA O TRAVESAÑO
No jodamos: la noticia no le gustó a nadie por más que la imponderable capacidad de sobreadaptación del argentino medio, sobre todo si es porteño, trate de defenderse como gato entre la leña. Desde hace dos meses, en medio de los remodelaciones que el viejo Atlanta, nacido años ha en Constitución y que supo de yiros varios, hasta varar en su actual lugar, donde le compró los terrenos a Chacaritas Juniors, debajo de las plateas altas que dan la espalda a Humboldt, la entrada marcada por el 350 lleva a una escalera y ésta a una petit cárcela, muy monona, con camas turcas y baños nuevitos, todo atendido por hombres del Servicio Penitenciario Federal.
Fue una concesión gratuita de la CD que preside Alejandro Kortz al Gobierno de la Ciudad que encabeza el boquense Mauricio Macri a cambio del hoy yo por vos, mañana vos por mí, que cuando llegue diciembre y haya que habilitar oficialmente las nuevas instalaciones, con la Petit Alcatraz incluida, los burócratas municiaples no le anden buscan pelos a la bola de billar. Allí serán alojados contraventores por pelearse en la calle, mamarse hasta convertirse en Alcohólico Anónimo por no acordarse ni cómo se llama, travestis (travesaños en la jerga) que se salieron del ghetto establecido para menear las siliconas y otras artificiosidades, en suma, todo aquel infractor de las normas impuestas que ande entre los 5 y 30 días de arresto.
La espìna de pescado que tienen en el gañote los bohemios, últimamente viviendo solamente de glorias pasadas y recuerdos, trata de salir como peludo en la escarcha y resignarse que eso antes estaba ocupado por parte de la barra brava que incluso llegaron a cagarse a tiros justo frente a la puerta donde hoy entran y salen corredores de picadas, ex mamados más frescos que una lechuga o algunos machucados en reyertas callejeras. En el país del mal menor, lo que no se termina de entender era por qué tenían que soportar, lo mismo que los ojos verdes de nacimiento o la caspa, que el enclave y/o recoveco entre el frío hormigón tuviera que ser el bulo gratis de Los Muchachos. ¿Derechos adquiridos?
Como tampoco faltan los extremistas y los de mal de todos, consuelo de tontos, inmediatamente se remiten al destino que sufrió el Estadio Nacional de Santiago desde las últimas horas del 11 de setiembre de 1973. Otros, más graciosos, echan salmuera en la herida recordando en que se trasmutó el Viejo Gasómetro para darle lugar a un megamarket francés. Lo que todos tratan de esquivar es que ese predio, a muy pocos metros de la avenida Corrientes, pegado a una estación del ex FF.CC. San Martín y muy cerca de la Chacarita, hace rato que tiene los ojos puestos en los amigos de los grandes negocios a costas de la res pública. Nadie dice que haya sido echado al olvido el paso vehicular subterráneo y erigir cuatro o cinco torres de departamento. Multiplíquese por una media del precio del metro cuadrado y váyase calculando a qué anillo, si el 14 o el 15, del GBA puede ir a parar todo en cualquier momento.
También están los racionales ilustrados que aseguran que una gayola disimulada como son las ex asociaciones jurídicas sin fines de lucro devenidas en sociedades anónimas que protegen el accionar de asociaciones ilícitas, al decir de un ex juez y catedrático de Derecho Penal de la UBA, tiene en ese lugar uno de los máximos ejemplos de la irracionalidad que prima en la vieja Reina del Plata: una de las cinco vías férreas que la cortan como una pastafrola, hecho único en el mundo y un manjar para el atascamiento del tráfico y accidentes de todo tipo, más la concresión del viejo sueño inmigrante de la casita propia hecho realidad en que cada club tiene su estadio propio, rodeado de viviendas residenciales y donde los vecinos, aparte de ver depreciada su propiedad, por lo menos una vez cada dos semanas se convierten en rehenes de Operativos Especiales y aluviones de especímenes fundamentalistas que no desentonan tanto con los nuevos pensionistas contraventores.
Desalojados sin causa judicial alguna, Los Muchachos se tuvieron que mudar unos metros más allá. Todo detenido tiene horarios para ejercicios físicos y a partir de diciembre, cuando el estadio recupere su actividad normal, para decirlo de alguna manera, no debería asombrarse que a los internos se los vea trotar junto al primer equipo, patear para ayudar en el entrenamiento a los arqueros o jugarse un picadito porque a uno de los bandos les falta uno.
El pragmatismo fashion ha ganado una gran batalla. El fútbol dio otro paso hacia la última morada que tiene su estación anterior en la tele, ya sea de aire o codificada.