
El primer magistrado del país hermano, una de las potencias mundiales actuales, dirigente gremial con una casa de fin de semana que tiene en San Pablo una canchita de
papy para estirar las piernas con sus hijos amigos, algo que cuaquier dirigente gremial de morondanga tiene (ya van a ver cuando Moyano se levante su propio Maracaná en Villa Celina...), y es obviamente brasileño. También hincha del
Corinthas. En la investigación de campo durante 5 años en esas tierras de la socióloga gringa
Janet Lever llegó a la conclusión, entre otros, que podía haber una
chifladura propia del futibol. Y eso que no lo conoció a Lula. Ni se lo presentaron. Si hubiera tenido el gusto anota la hipótesis científica en el primer congreso sobre el ramo. El
garotiño ya armó su flor de quilombito cuando
Carlitos Tevez, gracias a la mafia rusa y Humberto Jr., fue a su club. A Su Majestad el presidente no le gustaba. La soja y las reservas estratégicas del globo le importan un pomo cuando aparece la globa. Y hoy a la noche
Gremio de Porto Alegre juega el partido de ida de la final por la
Libertadores en La Plata, contra los
pinchas de Estudiantes, en pleno apogeo de la
Influenza A, más conocida como
Gripe Porcina, no del
Macaco. A
vosé presidente no tuvo mejor idea que pedirle garantías al gobierno argentino para que sus egregios compatriotas no sean cogidos por sorpresa por el terrible flagelo. ¿De qué los querés a los barbijos, gordito? ¿De lycra verdeamarhila está bien?
Si, Janet.
Hay una locura del fútbol. El primer
pirucho es el compañero Lula da Silva, primer magistrado de la hermana República Federativa de Brasil, una cintura casi de oro como estadista y a punto de entrar a babear y todo. Si lo agarran a tiempo podrían curarlo o por lo menos sedarlo algo.