La sagacidad de los periodistas deportivos argentinos no tiene límites. Este fin de semana largo descubrieron que el chilenísimo Gary Medel, ahora en Boca, es barrabrava de La Cato, hueón, la Universidad Católica repaqueta de donde salió, y mostraron un video dándole a un timbal gigantesco, de orquesta sinfónica, este domingo, que se tomó franco de la cárcel con barrotes de oro que es ser jugador profesional, se embarcó en un LANChile, propiedad del presidente don Sebastián, hueón, lo mismo que el Colo, y se fue al estadio que es el descueve, en el Barrio Alto, en Apoquindo, y déle aporrear el parche, porque es barra desde siempre y el que tiene plata hace lo que quiere. ¿Qué se pretendía? ¿Que se quedara acá y fuera a ver a Midland o Villa San Carlos?
Qué horror. La novedad tiene la misma actualidad que el sol se pone atrás de la isla de Pascua.
Como lo demuestra este otro video, muy anterior, y cantidad más que tiene el Gary en YouTube con la barra de Los Cruzados, como les dicen, equipo que supo tener de marcador lateral derecho al recuico (aprenden chileno básico, huevones: quiere decir rechetón) Manuel Pelegrini, también ingeniero, en compañía de Acosta y Gorosito, cansándose de ganar campeonatos. Aparte, sin entrar en polémicas sobre el sexo de los ángeles, que la de La Cato es una barra brava corre por cuenta de los sesudos periodistas deportivos argentinos. Para ingresar allí hay que tener una American Express dorada y casa con tres autos y piscina por lo menos en Apoquindo, si no te exigen en Vitacura o Lo Barnechea, título universitarios, dos posgrados en Oxford y ser socio activo del Club de Leones, nada del Rotary, que es masón y están todos los de la U. Solamente está permitido putear en inglés y/o francés.
Vamos, che.