miércoles, agosto 30, 2006

UN PITO DE SEIS LUCES



¡ARRIBA LAS MANOS!


Pero en materia de tallarla de guapo, lo que se dice guapo con todas las letras, también estuvo lejos de ser un innovador y para colmo llegaba varias décadas tarde. En el fragoroso partido que disputaron Platense y Alvear, el 5 de agosto de 1923, por la liga de aquel entonces, ambos merodeando el fondo y necesitando una victoria tanto como el aire. El árbitro era Francisco Maffioli y la visita, aprovechando que no había tres leyes especiales contra la violencia en los estadios, una Secretaría de Estado especial y operativos de órdago, directamente se metieron a la cancha para fajar no al de negro porque vestían de saquito sport y gorra. Al ver que la cosa era tan seria como despareja el que había sido designado como blanco, haciendo honor al apellido, como ya decían las crónicas policiales, extrajo un arma de fuego de entre sus ropas y puso a los delincuentes disfrazados de hinchas (¿ya les dirían así?) con los pies en polvorosa. Una vez cada uno en su lugar, el señor Maffioli prosiguió el encuentro como lo indican las normas de la civilización y la sana competencia deportiva entre caballeros.